En este punto ya se ha entrado a
un territorio nuevo. Desde Nariño voces,
acentos, palabras y costumbres que nos hacen sentir extraños. La cultura andina
en estos lugares aun preserva imágenes de su riqueza y vastedad. Cuyes y sones
del charango. La rr que no quiere vibrar y el frio acompañarán esta etapa de la
travesía hasta muchos kilómetros más al sur. Pasto abrió las puertas a un nuevo
ritmo de vida, más lento, más pausado, tranquilo. Los productos tienen otro
nombre y causan risa nuestras incursiones a los negocios. La frontera es sólo
un trámite. Los límites no están determinados por un mapa, pues varias naciones
componen esta cultura a la que nos empezamos a adentrar.
Las montañas ahora permanente compañía.
Vía a Tuquerres.
Averías que siempre
aparecen.
Para estos daños no siempre se llevan
repuestos.
Caminata a la laguna verde del
Volcán Azufral.
Una familia. En el encuentro con otros viajeros se respira
fraternidad. Como si nos conociéramos, como si al compartir esta pasión
ingresáramos a esta gran tribu dispersa por el globo.
La hospitalidad se encuentra
por el camino siempre dejándonos enseñanzas. Julio Andrade-Ecu.
Descanso del intenso calor en
el valle del Chota- Ecu. Luego de probar helados de “ovo” (ciruela amarilla
ovalada) y tuna (fruto del cactus).
Ecuador no es económico para
turistas colombianos. Aquí no hay ñapa, vendaje, encime, descuento ni rebaja. Ahora
un pan ya no vale 300 pesos sino 15 centavos.
Palabras distintas para decir lo
mismo, palabras ancestrales que siguen sonando. Una cebolla cabezona es paiteña,
la sopa es locro y el maíz es mote, choclo. Palta es el aguacate. Se pregunta
dos veces para poder entenderse. Achachay, para el frio; atatay para denotar
asco. Guaguas y guambras juegan en el
camino. Los hombres “mameros” son los varones
adultos incapaces que viven bajo la falda de la mamá. ! chuta!